16 marzo 2008

mendilegnate

Era un mendigo tan elegante que hasta su propia sombra se inclinaba ante sus pasos.

Vestía los harapos recogidos de la basura de las más prestigiosas casas de Pedralbes. Tenía cinco zapatos de lujo que combinaba con exquisito gusto. Calcetines que podía calzarse por más de una obertura. Una amargura enganchada en su anillo de compromiso. Los agujeros de sus camisas le sentaban como un guante. Llevaba el talante de un preso de(l) lujo.

Había aprendido y sabía enseñar eso tan importante de descubrir lo que no quieres

Había sabido recordar lo que no debe olvidarse.

Tenía cuatro llaves de las cuales –aseguraba- una abría el paraíso. Como viajaba sin dioses, nunca se supo de qué edén hablaba.

Lo hallaron cadáver junto a un periódico marchito. Había marcado con su propia sangre la necrológica de un erudito. Dicen que podría ser su padre.

1 Comments:

Blogger alejandrapiam said...

que lindo escrito!
un abrazo

3:18 a. m.  

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